sábado, 2 de enero de 2016

El espejismo de lo gayfriendly

Ya está todo hecho. Ya nos podemos casar, podemos adoptar niños y tenemos un día al año para celebrarlo y dar rienda suelta a nuestra pluma. Tenemos bares y discotecas, tenemos películas, tenemos apps para ligar, ¿qué más queremos?  #LoveWins.

Ahora la realidad.

Que haya cine gay significa que somos invisibles en el cine normal, su cine, el buen cine, el de toda la vida. No digo cine hetero, no vaya a ser que. Significa que el cine gay es simplemente para nuestro consumo y que solo puede girar en torno a nuestra sexualidad, al sexo o al amor.

Que haya barrios gays, no significa que tengamos que alegrarnos, sino que tenemos que segregarnos y crear otros espacios seguros. 

Y sí, el Orgullo (no Orgullo gay), es un día de celebración y de desinhibición, que ya lo necesitamos, pero basta de que sea un espectáculo erótico-festivo vacío de contenido y para disfrute de ellos también. Tenemos que estar Orgullosos porque muchos de ellos lo están del modelo que nos calla, nos apalea, nos mata, y que encima toman por natural. 

Y no, que bares y empresas se pongan la banderita ese día no significa que nos acepten y reivindiquen, significa que estamos siendo utilizados como cebo, como atractivo, para hacer caja, que están mercantilizando el colectivo, que se están apropiando de una lucha que no es suya ni nunca lo será, que somos para ellos solo un target, que nos utilizan para lavar la imagen del capitalismo. Muchas de estas empresas se ponen la banderita mientras despiden a personas por no ser hetero o cis. Muchos de estos bares echan a personas no hetero por besarse. Bienvenidas al capitalismo amable. Me la suda el felpudo de gayfriendly cuando la casa está llena de mierda.

Y basta de que subtitulen gay a todo lo nuestro. No somos los gays, no somos el colectivo gay, no queremos cine gay, ni barrios gays, ni orgullo gay, ni matrimonio gay. Basta.

Puede que gane el amor, pero no ganamos nosotrxs. No, no todo es un tema de amor romántico. Esto da a entender que solo somos rechazades, insultades, despreciades o invisibilizades cuando estamos en pareja. Sí, está bien tener estos derechos, pero pueden ser quimeras, ya que dan una falsa imagen de aceptación o igualdad. Las personas más susceptibles a la discriminación siguen siéndolo fuera y dentro del colectivo.

No solo podemos defender este modelo, no se trata de reproducir el patrón de familia feliz sustituyendo a mami por otro papi o a papi por otra mami, se trata de defender la diversidad afectivo-sexual. Por las que quieren formar una familia, por las que quieren una pareja estable, por las que quieren varias parejas estables, por las que quieren tener hijes sin pareja, por las que no quieren pareja, por las que quieren experimentar, por las que no sienten atracción, por las que están cachondas todo el día, por las que fueron enseñadas a odiar lo que son, por las que no se etiquetan, por las que deciden vivir su vida libremente y fuera de los estándares, por las que el género de su(s) pareja(s) no determina su sexualidad, por las que no saben lo que son, por las que nunca lo sabrán, por las que lo descubren  a mitad o al final de su vida, por todas las invisibles, por todas las visibles pero, por todas las marginadas, por las que tienen y les gusta tener pluma no solo un día al año, por las marimachos, por todas las personas que simplemente, quieren vivir, a su manera y en sus propios términos, por las que quieren vivir.

 No se trata de amor. En todo caso del propio. Esto no se trata de pedir una parcelita en el cielo heterosexual. Se trata de quemar su cielo, el cielo que nos está matando.